21 de noviembre de 2011


En el transcurrir de la vida de los pueblos existen momentos que quedan marcados como una tinta indeleble, como una senda permanente por donde han de proseguir las generaciones presentes y futuras, las cuales hacen de esos momentos la memoria histórica de las sociedades, de la gente, registrándose para siempre formando parte de la utopía perenne (construcción de lo posible) que jamás debe desaparecer de la acción práctica de los revolucionarios.
Uno de esos momentos, sin duda alguna y con un altísimo contenido de lucha, de sueños, de esperanza fue forjado al calor de la lucha y de la confrontación por el glorioso movimiento estudiantil de finales de la década de los años cincuenta, digno ejemplo a seguir.
Transcurría el mes de noviembre de 1957, y el gobierno dictatorial, que si lo era como forma de gobierno, arreciaba la represión contra toda forma de expresión política, colmaba las cárceles del país con miles de compatriotas cuyo único delito fue luchar por régimen de apertura democrática; en ese momento se soñaba con una democracia de verdad, una democracia de contenido social, una democracia real alejada del concepto abstracto de la misma.
A pesar de las condiciones de alto riesgo, los estudiantes de la época lograron organizar e iniciar un período de huelga universitaria la cual marcaba el inicio del fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez; Luego se desencadenaron los sucesos del 23 de enero de 1958 y Venezuela amaneció en democracia, gesta por la cual, lo mejor de la dirigencia estudiantil forjo su espíritu de combate, de formación en conjugación con las necesidades más apremiantes de la gente.

En consecuencia y debido al momento histórico, y como una forma de proyectar en el tiempo la valentía y arrojo de los estudiantes venezolanos, la Junta de Gobierno presidida por el Dr. Edgar Sanabria, decretó el 21 de noviembre como "Día del Estudiante", en reconocimiento a la lucha permanente de los estudiantes por mejorar las condiciones de vida y lograr establecer una sociedad más justa, participativa y sobre todo más humana.

Los estudiantes triunfadores de la Misión Sucre deben asumir su compromiso con la Revolución Bolivariana e incorporarse a través de los Proyectos de Aprendizaje, Socio Comunitarios, a la construcción de un nuevo paradigma de sociedad, donde el deber, el compromiso, la consecuencia con las luchas sociales sean el pilar fundamental en la formación del nuevo profesional que requiere la república.

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